domingo, 20 de enero de 2013

Aprendiendo del Pop (D. Scott-Brown) I

Necesidades, en plural

La sensibilidad hacia las necesidades es un primer motivo para dirigirse hacia la ciudad actual. Una vez ahí, la primera lección para los arquitectos es la pluralidad de necesidades. Ningún constructor/promotor en sus cabales anunciaría: construyo para el Hombre. Él construye para el mercado, para un grupo de gente definido por su nivel de ingresos, edad, estructura familiar y estilo de vida.

[…] La ciudad puede considerarse como el artefacto construido para un conjunto de subculturas. En este momento son pocas las subculturas que recurren por voluntad propia a los arquitectos.

Por supuesto, aprender de lo que “está ahí” está sujeto a las salvedades y a las limitaciones de todo análisis conductista (se estudia una conducta limitada y no lo que la gente haría en otras circunstancias). Los pobres no viven por voluntad propia en bloques de apartamentos […]. En tiempos de escasez de vivienda, éste es un argumento especialmente convincente contra el conductismo arquitectónico puesto que la gente no puede votar contra una creación en concreto, manteniéndose al margen, si no existe una alternativa.

Para contrarrestar este peligro, se deben buscar entornos comparable donde, por alguna razón, las restricciones no obliguen. Hay entornos que sugieren cuáles podrían ser los gustos de los grupos con limitaciones económicas si estuvieran menos constreñidos. Son los entornos de los nuevos ricos: el Hollywood de antaño, Las Vegas de hoy en día y las casas las estrellas de cine, los deportistas y otros grupos cuyo ascenso social puede parecer un despegue en vertical, pero que continúan manteniendo una escala de valores previa.

Richard Hamilton
Just what is it that makes today's homes
so different, so appealing?
(1956)
Otra fuente son los decorados de los medios de comunicación, del cine, de las telenovelas o de los anuncios de peinillos en vinagre y de lustramuebles. En este caso, el objetivo no es vender casas sino algo bien distinto, y los decorados representan la idea que alguien tiene (¿los publicistas?) sobre lo que quieren los compradores de pepinillos en vinagre o los espectadores de telenovelas para una casa. Hoy en día el punto de vista de los observadores del mundo publicitario puede ser tan tendencioso como el del arquitecto, y debería estudiarse a la luz de lo que está intentando vender; ¿debería la arquitectura-pepinillo parecer hogareña como mi casa, o elegante como la tuya, si de lo que se trata es de vender pepinillos en vinagre? Pero, al menos, es otra tendencia, una alternativa al mirarse el ombligo que tana menudo practica la arquitectura para investigar; por ejemplo, al preguntarse: ¿qué hizo Le Corbusier? Aunque nos puedan decir poco de las necesidades de los muy pobre, tanto el mundo de la publicidad como el del constructor cubren un espectro más amplio de la población y superan una prueba de mercado más dura que el arquitecto de la urban renewal o de las viviendas de promoción pública; y sólo aprendemos de estas fuentes que la arquitectura debe ser diferente para los diferentes grupos, que ya es bastante.

Pero la alternativa a ambos análisis es examinar qué hace la gente con los edificios – en las levittowns, en las zonas altas de los ricos, en los terrenos poco definidos y en las barriadas – una vez viven allí. En este caso, los costes y la disponibilidad son fuerzas menos restrictivas puesto que la empresa es menor. Además, los cambios a menudo tienden a ser más simbólicos que estructurales y las aspiraciones quizá se deducen con mayor facilidad de los símbolos que de los edificios.

Prestar atención a lo construido para estar al corriente de las necesidades no significa que preguntar a la gente lo que quiere no sea también extremadamente necesario. […]”

Segunda parte.

Scott Brown, Denise (2007 [1971]) Aprendiendo del Pop (Learning from Pop). Barcelona: Gustavo Gili. pp 8-12.
Originalmente publicado en Casabella 359-360, diciembre de 1971.

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