sábado, 24 de octubre de 2009

Cultura Chicha (Entrevista de Enrique Higa a Arturo Quispe Lázaro)

Para ver toda la entrevista: Interculturalidad

Arturo Quispe: La llamada cultura chicha está vinculada a significativos cambios sociales que se han vivido en el Perú desde los años 1950 en adelante. Producto de las grandes migraciones provincianas hacia la capital se empezaron a formar los barrios / pueblos jóvenes. La aparición de este enorme sector social conquistando un lugar donde vivir en las afueras de la Lima urbana ha ido ganando presencia en la vida limeña al punto que por varios años se habló de la "Lima provinciana", del "acholamiento" de Lima, de la Lima "achorada", y después de la Lima "chichera". Tengo la impresión de que ahora la capital del Perú es una amalgama de todas esas "Limas" en una. Lima actualmente está conformada por más del 90 por ciento de provincianos y sus descendientes en ya su casi cuarta generación. Esto ha hecho de Lima una ciudad más diversa y, hasta cierto punto, más democrática respecto a lo que era antes de 1950.

[...]

IPC: ¿Cómo así se empieza a hablar de cultura chicha?

AQ: Respecto a la denominada cultura chicha, te diré que sus inicios están relacionados con el surgimiento de la música chicha. No es que este género musical haya "creado" una nueva cultura distinta a la que se venía formando en la Lima provinciana, serrana, sino más bien ha recogido, desde la producción musical-cultural, una forma de expresarse de los migrantes provincianos de la ciudad. Esta forma de expresarse se manifiesta en la música, que es una mixtura, el producto de intercambios culturales.

IPC: ¿En todo peruano anida un espíritu chicha?

AQ: Si bien la música chicha existe en todo el Perú, no podemos decir que el "espíritu chicha" al cual te refieres esté en todas las personas y de similar modo en todas las regiones. La razón se debe a que la música chicha es una mixtura entre creaciones musicales foráneas (la cumbia, y otros géneros musicales) y las creaciones musicales de cada región particular. Entonces, la música chicha se resignifica en cada región y localidad del país. La chicha no solo se diferencia desde los grandes troncos estilísticos como la chicha andina, amazónica, costeña, sino que cada una de las microrregiones culturales aporta su propia particularidad en la creación musical.

IPC: Cuando hablamos de mal gusto, de huachafería, de algo que no se hace bien o se hace a la volada como para salir del paso, solemos decir "qué chicha". ¿Por qué lo chicha tiene esta connotación tan negativa?

AQ: Lo que ocurre es que el "buen" gusto es una construcción social, cultural y de clase social, y los criterios estéticos de las clases altas y medias-altas han sido los hegemónicos, es decir han sido los ideales culturales ligados al poder y las instituciones. Entonces ese buen gusto con el cual se define lo huachafo es una categoría relacionada con la clase social, y los encargados de velar por el "gusto medio" han sido los "guardianes" de resguardar y reproducir las "la buenas formas" de las clases medias y altas. Si alguna producción cultural no se ajusta a dicho patrón, se le va a desdeñar, y se va a despotricar, señalándola como de "mal" gusto. Sobre esto hay muchos ejemplos, y se han creado diversas etiquetas peyorativas, nombres para desacreditar a aquellos que no expresan un patrón hegemónico o se salen de él. Uno de ellos es el término "huachafo", otro que ha adquirido una connotación negativa es el de "chicha". Todo aquello que se considera mal hecho o es un conglomerado de cosas sin ningún "rasgo armónico" será llamado como "chicha".

[...]

Entrevista de: Enrique Higa / IPC JAPAN.
Publicado en International Press (en español), Japón. Mayo, 2007. Lima- Perú.
A: Arturo Quispe Lázaro. Sociólogo

Fachadas (IV)

El Brillante, Pamplona

La Balanza, Comas

Pamplona

Cerro San Cosme

Villa El Salvador

viernes, 16 de octubre de 2009

Decadencia y ocaso de lo huachafo (E. Rivera Martínez)


"La connotación peyorativa (del término huachafo), por otro lado, se fue entretejiendo de otra más benévola, y no exenta de malicia. Se veía en la huachafa, además del mal gusto, una cierta ingenuidad, al par que una fundamenta alegría y desenfado. Esa resonancia era casi afectuosa tratándose de muchas solteras y agraciadas. Tener por ahí una huachafita, más o menos encubierta, era para un mozo de sociedad etapa obligada, deleitoso aprendizaje. Ese nimbo se desvanecía, en cambio, si se trataba de mujeres casadas, animadas por una voluntad ya más sistemática de ascenso. Ya la calificación se hacía especialmente malévola si las víctimas eran esposas de diputados, de coroneles, de nuevos ricos.

Han transcurrido los años. El campo se vuelca cada vez más a la ciudad. Los limeños genuinos son reducida minoría en la capital. Y la emergencia de grupos medios con cierta cultura - profesionales, intelectuales, artistas, técnicos calificados -, y la difusión masiva facilitada por la televisión y los periódicos, determinan una extensión correlativa de usos, vocablos, hábitos y distintivos que antes eran de unos pocos. Acontece también que el formalismo que imperaba en las costumbres de otras décadas, ha cedido ahora antes formas mucho más fluidas, laxas e incluso cambiantes. ¿Cómo podría conservarse entonces, y tener la misma vigencia, el criterio de lo "huachafo"?

Más aún, lo huachafo tenía que ver con singularidades fácilmente detectables en un medio conocido y homogéneo. Había un consenso, por así decir, en la identificación inmediata del fenómeno. Ahora, con cientos de miles de ambulantes, con innumerables barriadas, con el crecimiento masivo de los grupos medios - y su actual y masivo empobrecimiento -, y en una ciudad que es ya una urbe, la aplicación de esa palabra resulta inadecuada, y , en todo caso, fuera de época. Tiene lugar, pues, en este sentido, un ocaso de lo huachafo.

No desaparecen, por cierto, las contradicciones y estridencias en el uso de palabras y vestidos. El mal gusto es fenómeno de todas las épocas. No han desaparecido las ambiciones emergentes de los grupos de menores recursos. No, desde luego. Sucede más bien que hoy son otras las armas de que se vale la élite, y quienes ingresan a ella, para defender el cerrado círculo de sus intereses y privilegios."

Edgardo Rivera Martínez
Correo, 14/01/1979.

viernes, 9 de octubre de 2009

Mitificación acrítica de la "cultura popular" (Giovanni Attili)



"Hablamos del riesgo que transforma una idea potente y significativamente revolucionaria en una ideología peligrosa. Esto ocurre en el momento en el que la voz del pueblo se vuelve de manera automática y apriorística una cosa bella y buena. ¿Es siempre cierto que las voces desde abajo son inopinablemente elocuentes? No siempre.

[…]

El planeamiento urbano debe aprender a escuchar el sentir de las personas, las vivencias, las experiencias, las exigencias, los gérmenes de creatividad y de cambio que están presentes en el interior de los tejidos urbanos. De Certeau en este tema subraya la necesidad de cultivar un impulso de optimismo en los enfrentamientos de la gente: una generosidad en la inteligencia de las personas y una confianza en los otros. Su posición, en muchos aspectos compartida, se resume en una sentencia importante: "siempre vale la pena recordar que no se debe considerar que la gente es idiota" (de Certeau 2001). Según el estudioso francés, son precisamente los habitantes, frecuentemente los más desaventajados, quienes construyen, a través de operaciones multiformes, nuevas prácticas de sentido. Nuevos procedimientos creativos de invención del cotidiano. Se trata de fermentos e inteligencias que necesitan ser consideradas por quien pretende ocuparse de la ciudad, superando racionalidades tecnicísticas y abriéndose a la escucha de otras narraciones. Abriéndose a la escucha de historias de vida que transforman y atribuyen un nuevo significado al espacio urbano."

ATTILI, Giovanni: Rappresentare la cittá dei migranti. Jaca Book; Milano, 2008. (pp 118, 119)

Mitizzazione acritica della "cultura popolare" (Giovanni Attili)



"Parliamo del rischio che trasforma un'idea potente e significativamente rivoluzionaria in una pericolosa ideologia. Questo avviene nel momento in cui la voce del popolo diviene a priori ed automaticamente qualcosa di bello e di buono. E' sempre vero che le voci dal basso siano inopinabilmente eloquenti? Non sempre.

[…]


La pianificazione urbana deve imparare ad ascoltare il sentire delle persone, i vissuti, le esperienze, le esigenze, i germi di creatività e di cambiamento che sono presenti all'intero dei tessuti urbani. De Certeau a questo proposito sottolinea la necessità di coltivare uno slancio di ottimismo nei confronti della gente: una generosità nell'intelligenza delle persone e una fiducia negli altri. La sua posizione, pero molti versi condivisibile, è riassunta in una boutade significativa: "è sempre bene rammentare che non bisogna considerare la gente idiota" (de Certeau 2001). Secondo lo studioso francese sono proprio gli abitanti, spesso i piú svantaggiati, a costruire, attraverso operazioni multiformi, nuove pratiche di senso. Nuove procedure creative d'invenzione del quotidiano. Si tratta di fermenti ed intelligenze che necessitano di essere colte da chi pretende di occuparsi di città, superando razionalità tecnicistiche e aprendosi all'ascolto di narrazioni altre. Aprendosi al ascolto di storie di vita che trasformano e attribuiscono nuovo significato allo spazio urbano."

ATTILI, Giovanni: Rappresentare la cittá dei migranti. Jaca Book; Milano, 2008. (pp 118, 119)
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